En Al Sur de Babilonia nos dimos el lujo de hablar con Miguel “Botafogo” Vilanova. El Bluesman argentino de basta trayectoria, que recorrió el mundo gracias a la música, tocó al lado de “enormes” del blués y del rock y fue aplaudido por el público en casi todos los continentes.
Botafogo se emociona a la hora de hablar de música, es su pasión y su forma de vida. Recuerda a Pappo y, a pesar de haber tocado con muchisima gente, aún no pudo lograr un sueño: Tocar con Luis Alberto Spinetta.
Cuando lo llamamos, se encontraba dando clases de guitarra. Es que Don Vilanova no prepara guitarristas, sino músicos.
¿Que tal como profesor?
Y…bien. A mi es algo que me gusta mucho. Me hace bien, es algo que hace que yo aprenda más, que practique.
Siguiendo tu currículum, vemos que tenés una carrera muy extensa ¿Qué es lo que te sigue motivando para seguir tocando? Porque profesionalmente podrías sentirte realizado.No se si hay un punto de realización. Creo que sí, hay un punto de realización cuando vos decís ahora si me llama Eric Clapton para subirme al lado de él a tocar algún blúes lo puedo hacer tranquilamente.
Estas a la altura…Y… de pibe te autohechizas y decis “no, yo nunca voy a hacer esto, yo nunca voy a tocar con este” y por suerte me pude deshechizar.
Ahora te estas dando el lujo de vivir por y para la música ¿Siempre fue así o hubo un tiempo que se te complicó?Mirá, tengo una cantante amiga que no se anima a dar el paso de decir “Soy cantante”. Y no es así, tenés que salir y jugarte. Yo, por ejemplo, le contaba mi aventura de cuando me fui a España, que lo hice cuando ya había tocado con Pappo, que era lo máximo que podías aspirar, no había más arriba. Y de repente me vi en Madrid, con una mano atrás y otra adelante y que no me conocía nadie, absolutamente nadie. Y me fui a tocar a los subtes. Me hice de abajo. Y un año y medio después estaba tocando con artistas de primer nivel, haciendo giras en aviones y hoteles cinco estrellas. Todo bien. Llega un momento en que te tenés que jugar, yo lo hice y era bastante chico. Pero también tuve un ejemplo bastante bueno que era Pappo, que le dijo al viejo “mirá, yo quiero tocar la guitarra viste, a mi la escuela no me va” Y el padre le dijo “bueno, mirá, te doy hasta los 20 años, si a esa edad no sos famoso volves a la escuela a estudiar”. Y… menos mal que le fue bien! (risas)
Vos empezaste de muy chico a tocar ¿Te acordas que edad tenías?A tocar con amigos y esa historia de querer tocar con bandas, cuando terminé la primaria a los doce o trece años ya estaba queriendo tocar con amigos.
¿Siempre tocando blués?No, en ese momento era una mezcolanza de cosas, pero ya tenía el olfato de lo que era realmente bueno y valía la pena. Pero por ahí la técnica no me daba, no había maestros que te enseñaran en ese momento, o yo no sabía encontrarlos. No tocábamos directamente blués, en ese momento estábamos muy influenciados por el rock. Lo que pasa que en ese momento el rock era un rock blués. Si te ponés a buscar en revistas viejas vas a encontrar que siempre deciá “festival de Rock y blués” o “nueva banda de rock blués” era como una cosa bastante común.
Por eso surgió Pappo´s BluésClaro, Sí, totalmente. Pero Almendra también tenía sus cositas de blués o con aire de blués, por supuesto no vamos a hablar de que hacían blués puro pero sí que tenían un aire, se inspiraban en él y todo eso venía de ahí. Por supuesto que lo tenían claro. Y los Vox Dei también, los Arco iris.Y los Gatos ni hablar, que llegaron a grabar Little Red rooster en inglés y todo. La tenían muy claro de que venían del blués. Ciro Fogliatta que es el fundador de Los Gatos es un pianista y organista de blués.
¿Con quién te gustaría tocar y que no lo hayas hecho?
Con Luis Alberto Spinetta. Hicimos unas sesiones de grabación con Juanse, Luis Alberto, Javier Malosetti, Black Amaya. Que hubiera estado buenísimo. Estuvimos en La Diosa grabando y jugando un poco. Eso iba a ser parte de un trabajo de Juanse, pero después quedó como en el limbo. Pero me encantaría tocar algún blués con el “flaco”, que para mí es un Dios.
Recién hablaste de Pappo que en su momento, tocar con él, para vos fue lo máximo. Pero…alguna vez te tocó hacer de Pappo también.Si (risas). Fue en España. Pasó que un día nos levantamos y Pappo ya no estaba más, como siempre. (Más risas)
Costumbre argentina…Y…el loco era así, un tipo que vivía muy intensamente. Un día dijo “no, no aguanto más a estos gallegos” y se fue. Era así que le vas a hacer. Y teníamos varios contratos firmados. Un día vino el manager, puso el fierro arriba del escritorio y dijo “si no me cumplen los contratos los mato”. Y le dije bueno, mirá, hagamos una cosa, no pongas afiches con foto, poneme poca luz lejos del público que yo lo reemplazo. Ahí arriba me batí un poco el pelo, me puse una campera de cuero y hacía como que era él, rogándole a Dios que no entrara ningún argentino. Y lo tuve que hacer como cinco veces!
Y cuando lo volviste a ver a Pappo,¿A donde lo mandaste?No, nada, él era así. Era algo inesperado y te dejaba esas cosas que parecían negativas pero terminaban siendo positivas.
Al menos te subiste al escenario como Pappo, te diste el gusto.Si, más bien, lo dejamos bastante bien parado (risas).